La historia cuenta que un Lionel Messi de cuatro años estaba con su abuela Celia en la tribuna, como espectador, porque habían ido a ver jugar a su hermano Matías. Como al equipo del hermano le faltó un jugador, Leo entró a la cancha gracias al pedido de su abuela ante el entrenador Salvador Aparicio. De hecho, su consumo se ha disparado en los últimos meses y son muchos los que la consideran como un objeto de deseo y de culto para este verano.